Carne Vida Muerte Manifiesto



¿Pero cuál es el sentido de gritar a viva voz?

hemos despojado nuestra existencia de todo aquello que daba sentido a nuestro vivir

(en aquellos tiempos solíamos respirar un aire común)

nos han convencido de que debemos acatar las órdenes de una aristocracia médica, estandarte de esta nueva religión que ni siquiera teje lazos comunitarios

sabemos con certeza que en el plano de la digitalidad el virus se disemina sin obstáculo alguno

ahora que la aldea globalizada (occidentalizada) ha visto (¿por primera vez?) su decrépita cara en el espejo y ha decidido que para subsistir debe ocultar su putrefacción tras una máscara

(la abolición de la noche es la abolición del día)

si nosotras sabemos que la censura más efectiva consiste en dejar ahogar las voces en el vocerío apabullante del ruido digital

¿hemos, pues, de sonreír idiotamente frente a la permanente medición de nuestros datos biométricos?

(en aquellos tiempos la empatía era algo muy extraño, pero todavía era posible)

atravesamos tiempos en que todo mensaje se trasmite virósicamente o no se transmite

debemos oponer nuestra carne viva frente a su paranoico desquicio espiritual

nos han convencido de que el nuevo nombre del “control” es “cuidado”

nosotros estamos convencidas de que no hay futuro sin un “nosotros” y en que no hay “nosotras” sin contacto, y en que no hay contacto sin carne

vivimos, pues, una época en la que la vida ha sido reemplazada por la mera supervivencia

claro que no creemos en un pasado idealizado; en todo caso, macabramente idealizado

una carne que es infinitamente más que su valor de cambio o su peso en kg.

en cuanto a nosotras, ante el imperativo progresista de terminar todo texto con una pulida propuesta frente a la inminente extinción de toda forma de vida, preferimos en todo caso honrar al silencio

régimen global posibilitado por una pestífera ciencia al servicio de monopolios digitales que nos prometen como solución la postergación indefinida

nos han dicho que el problema es social y que la solución, por tanto, es abolir la sociedad

(en aquellos tiempos solíamos tocarnos)

quizás por allí encontremos el camino

Estados nacionales reducidos a la función de agentes inoculadores del miedo a través de la manipulación de datos y de disciplinamiento de la población, en tanto que replicadores de directrices globales

atrapados en un obsesivo higienismo que confunde “exterminar” con “sanitizar”

(la abolición del otro es la abolición de uno mismo)

¿hemos de sonreír idiotamente frente al control y la explotación permanente de todos los ámbitos de nuestra vida?

ahora que vivimos gobernados por un nuevo sacerdocio de especialistas en errar todo pronóstico, atravesados por un régimen de control psicobiopolítico

degeneración de toda forma de religión

esta carne, una carne animada por un espíritu que reconoce la intrínseca condición abismal de la vida

nosotras sabemos que la primera derrota (que no batalla) siempre se da en el plano del lenguaje

utilizando el consabido mecanismo de proyectar especularmente nuestra propia condición de exterminadores a una entidad biológica submicroscópica

(en aquellos tiempos nuestras vivencias eran algo más que un rejunte de datos)

hemos sido testigos del progresivo replegamiento de la vida hacia una individualidad cada vez más estandarizada y menos individual

debemos rechazar enérgicamente la hospitalización del mundo

el virus psíquico que nos han inoculado es un dispositivo semiótico insertado sobre el trasfondo virósico del lenguaje

(la abolición del dolor es la abolición del placer)

nos hallamos atrapados sin aparente escapatoria en un infinito limbo cenagoso entre la vida y la muerte

¿hemos de resignarnos a dejar marchitarse nuestras vidas frente a una mera pantalla?

mentes obnubiladas por la incesante maquinaria de generar asociaciones encorsetadoras del pensamiento

nosotros, niños del pasado, un pasado en que no todos sentíamos miedo al ver el rostro del otro

pero necesitamos mirar hacia otros lados, mirar hacia el pasado, mirar hacia el futuro, y aún si fuera necesario arrancarnos los ojos

esta, la nueva carne, nuestra cyborg-carne, pero carne al fin

debemos oponer el vertiginoso riesgo de la vida frente a la agónica certeza de su interminable letargo

¿Habrá, pues, espacio para la vida en los futuros sobrevivientes?

(la abolición de la muerte es la abolición de la vida)




Plural Incognite


Dedicado a Giorgio Agamben


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